miércoles, 15 de abril de 2015

I BTTrail Península do Grove

He vuelto. No quizás a competir pero sí, al menos, a ponerme un dorsal. Me enteré de esta prueba hace un par de semanas, aún estaba medio convaleciente y empezando a entrenar de nuevo, pero me tuvo muy buena pinta y algo en mi interior me dijo que me apuntara. Hay una frase de Isak Dinesen (o Karen von Bixen-Finecke su nombre real) que dice algo así como que la cura de todos los males está en el agua salada: sudor, lágrimas o el mar. Dejando de lado las lágrimas y puesto que sudar puedo hacerlo en todos lados, lo que me apetecía realmente era ver el mar.


No vivo lejos de la costa pero tampoco puedo ver el mar todos los días y eso es algo que siempre eché de menos. Ni siquiera cuando vivía en Vigo gracias a mi horario y al fantástico urbanismo (je) de la ciudad podía hacerlo.
Hacía tiempo que no participaba en un trail y la distancia aunque no fuera muy larga si me imponía cierto respeto, porque en el último mes apenas he podido sumar kilómetros y porque me considero corredor de distancias más cortas. De todas formas malo sería. El perfil no era muy amenazador ni mucho menos, al desarrollarse todo el recorrido en la otrora isla del Grove poco monte puro y duro había. Era más bien un recorrido de dar zapatilla con muchos cambios de terreno (pero esto por una parte también lo hacía duro) A mi de todas formas este tipo de perfil me va bien y que el recorrido fuera poco técnico también, tenía ganas de levantar la cabeza y disfrutar del paisaje en vez de estar continuamente mirando donde pongo los pies.
De mi casa al Grove por autovía/autopista es hora y media. La salida estaba para las 10 de la mañana así que tocó madrugar un poco aunque no demasiado. El día anterior había estado de juez en una competición escolar de atletismo y acabé reventado, desde fuera no se lo imagina uno pero algunas actuaciones cansan más que competir. Fueron más de 4 horas de pie (me tocaron lanzamientos) y siempre al sol, que estos días pega bastante. De todas formas ya no me cogió de novato y llevaba puestas las medias de compresión, para esto si que son útiles.

Foto David Lema

Al trail acudía sin ningún tipo de objetivo, ni intención de competir ni nada, me daba igual hacerlo en más o menos tiempo, era de esas ocasiones que lo único que quería era disfrutar del recorrido, apreciar los paisajes, empaparme de los sonidos, colores, sensaciones... era lo que en esos momentos para mí tenía sentido, no hubiera firmado estar entre los 20, los 10 o los 5 primeros ¿para qué? Otro día quizás, pero esta vez buscaba más un reencuentro con una parte de mí, con los motivos por los que empecé, con los motivos por los que sigo en esto.
Dar un 10 a la organización es quedarse corto. Para mí perfecta. Ruta bien señalizada, imposible perderse, en cada cruce conflictivo siempre voluntarios, los avituallamientos suficientes, animados y bien surtidos, gente superamable, gaiteiros... Por mi parte hasta agradecí que no fuéramos muchos inscritos, poco más de un centenar, por el ambiente familiar. Reconozco que los trails con muchos participantes me agobian, en populares aún lo soporto, pero yo cuando corro por el monte me gusta disfrutar hasta cierto punto de la soledad, del silencio y de los paisajes. A mi lo de subir haciendo cola como si fuera un centro comercial o bajar con el aliento de una fila de corredores detrás me desagrada bastante. En cambio esta vez fue perfecto.
Los primeros kilómetros transcurrieron por terreno urbano con alguna subidita buena por asfalto hasta internarnos en el monte. Yo me lo tomé como un calentamiento pero me pareció que la gente salía bastante deprisa ¡Que son 26 Km! Aunque claro, con la proliferación de estos últimos años de maratones de montaña, ultratrails y demás 26 km parecen ya poquita cosa.



Toda esta primera subida era bastante tendida y se hacía entera corriendo, pista ancha sin mayor dificultad en un bosque de acacias bastante sombrío. Luego en el descenso ya nos meterían por algún tramo de sendero. De esta forma llegaríamos al primer avituallamiento de Punta Moreiras, Km 7. Me paré a beber y miré el crono, 36'. A poco más de 5'/Km, para un trail eso es ir muy rápido.


A continuación vendrían 13 Km absolutamente espectaculares bordeando la costa. Me resulta difícil hacer una descripción, simplemente me pareció precioso. Una sucesión de caminos bordeando playas de arena blanca y aspecto salvaje, con un mar de color azul intenso y olas que venían a morir mansamente a la orilla. Un paraíso cercano, por suerte a salvo de momento del cemento, que se ha cargado buena parte de nuestra costa.
Algunos tramos de camino discurrían sobre arena blanda de playa, lo que lo hacía bastante duro para correr. No pude menos que acordarme del maratón de las arenas, si aquí un tramo de 500 o 600 m ya te dejaba las piernas calientes ¿cómo será recorrer esas inmensas extensiones?


Entre playa y playa de vez en cuando tocábamos algún sendero de pescadores, pequeños toboganes en los que no dejabas de correr en ningún momento. Ya había transcurrido casi media carrera y aún no había tenido que caminar en ningún momento. En ocasiones iba solo, en ocasiones acompañado, 2 o 3 personas, no grupos mayores. En algún tramo fui en compañía de Amador del CAR Redondela, de los pocos participantes que conocía antes de la carrera. Pero en general de lo que iba acompañado era de mis pensamientos, o mis no-pensamientos, la vida es hermosa cuando llega a ser tan simple, un paso tras otro en este escenario, acariciado por la brisa y con la banda sonora de las olas. Si bien es cierto que la belleza está también en los ojos del que mira, otros no verían nada, arena que se mete en las zapatillas quizás, yo me considero afortunado, es lo que tiene estar enamorado de la naturaleza.



El segundo avituallamiento estaba situado en el km 12, Punta do Carreiro, un pequeño alto en la costa. De nuevo me paro a beber con calma y disfrutar un poco del entorno, ahora también como, que ya llevamos más de 1 hora de esfuerzo y aún resta otro tanto. Buena idea lo de trocear las barritas. Se me ha metido algo de arena en las zapatillas y temo que me hagan alguna ampolla. Al final no fue a más.



Otra vez en marcha. Más terreno de costa y playa. Si algo me daba envidia era no poder pararme y estar un rato en cada playa que encontramos, que además estaban totalmente desiertas. Envidia también de los ocupantes de aquella furgo estacionada a pie de playa, debe ser un placer despertar por la mañana y ver ese panorama. Algún día haré eso, me atrae pasar una temporada nómada, en un futuro quizás.
Pero dejándome de ensoñaciones, mi próximo destino estaba en el naútico de Pedras Negras donde se localizaba el siguiente avituallamiento. Llamaba la atención que el borde de la senda por donde corríamos apareciese toda vallada de concertinas delimitando una zona militar, la antigua batería de San Vicente, ahora en desuso. Aún se pueden ver los cañones oxidados. Me pregunto cuanto dinero en el mundo se invertiría en construcciones como esta que luego no valieron para nada. Los seres humanos nos pasamos la vida protegiéndonos de peligros imaginarios y descuidamos los peligros reales.
De la senda pasamos a una pasarela de madera que ya nos dejaría en Pedras Negras. Una parte muy rápida pero que también tenía sus toboganes.



3º Avituallamiento. Km 17. Animados por la gente del lugar. de nuevo parada y a comer y beber con calma. Físcamente me encuentro bastante bien, quizás lo que  peor llevara fuera el calor. En este avituallamiento tenían patatas fritas y me comí unas cuantas. Y eso que no es algo que me entusiasme ni nunca antes tomara patatas fritas en un avituallamiento pero creo que el cuerpo me pedía algo salado. La verdad es que estaban tan bien abastecidos que daban ganas de pillarse una silla y estar ahí de terracita. Sólo faltaba la cerveza.

Para mí la foto de la prueba. Almudena, la superbombera, es todo un espectáculo.
Había que seguir. De nuevo un tramito de playita por arena blanda y luego un pinar, más pista y por fin un tramo largo de playa donde pudimos correr por arena dura. En esta playa si que había ya algunos bañistas. Salí del avituallamiento anterior en compañía de Amador pero luego me paré a mear en el pinar y me quedé solo. Cuando llegaba el momento de abandonar la playa vi que un corredor que iba delante tenía problemas de calambres, o algo así, en un gemelo y Amador, que marchaba justo delante, le dijo siéntate ahí que me quedo yo contigo y te ayudo a estirar. Yo ya no me quedé porque con una persona llegaba, aunque no me hubiera importado. Esto lo cuento porque me pareció un gesto muy bonito, si no se hubiera parado hubiera llegado antes que yo y que otros pero no le importó.
Estábamos en torno al km 20, por mi reloj había transcurrido alrededor de 1h50' y abandonábamos definitivamente la costa para adentrarnos en el monte. Al principio los desniveles eran suaves pero luego llegó un momento que aquello se convirtió en una pared. ¡Vaya subidita! No la esperaba tan dura. Me recordó un poco a la que hay, o al menos había, en el trail del Galiñeiro hacia el final, pensabas que se había acabado y te encontrabas una buena sorpresa.




Aquí si que correr ya no, no hay fuerzas. Subir y a duras penas, con las manos en las rodillas. A lo lejos se escuchaba la música de las gaitas. En la cima estaba situado el último avituallamiento pero se haría esperar. El esfuerzo mereció la pena. Las vistas impresionantes. Me paré unos minutos a contemplar el paisaje mientras bebía un último vaso de isotónica. Km 21, Figueira do Meco, 5 km para meta, en su mayor parte terreno favorable,


Las vistas

Ahora me empezaba a pasar factura la falta de kilómetros en las piernas. La subida me dejó tocado y en la bajada se me subió un gemelo. Me paré un momento a estirar y continué trotando algo más despacio con precaución. Por suerte no tuve más problemas pero el tramo de subida que había a continuación, apto para hacerlo corriendo, lo tuve que completar andando.


El tramo final hasta la línea de salida ya no presentaba mayor dificultad pero se me hizo duro. De todas formas, el buen sabor que me estaba dejando todo el recorrido me hacía ir ligero.
Cruzo la línea de meta entre aplausos del público. Siempre me causa admiración que haya gente que te anime en pruebas en las que las diferencias de tiempo son tan grandes, quiero decir que tiene mérito estar todo ese tiempo animando y aplaudiendo en una línea de meta.



26 Km, 2h43'57", puesto 48º, sobre la mitad de la clasificación o un poquito mejor. No tiene ninguna importancia. Lo sentido durante el recorrido si.
Por la tarde me quedé por la zona, me hubiera gustado volver a las playas por donde pasamos pero no sabía llegar con el coche así que me fui a la Lanzada. Piernas en remojo, paseíto, bocata en la playa y minisiesta a la sombra. No todo va ser deporte. Se estaba muy bien, mucho mejor que en el verano. El único fallo fue no traerme las pinturas. Para la próxima.


Clasificaciones (completas aquí)
Masculina
1º Xosé Antón Barreiro C.D. San Paio 2:04:59
2º César Santos Ponteseca Trail 2:05:10
3º Rubén Rodríguez CD Ría de Arousa 2:05:25

Femenina
1ª Almudena Suárez Brigantia Aventura 2:40:38
2ª Vanessa Berdejo Galiorient 2:51:13
3ª Margarita Aguín CD Ría de Arousa 3:00:18


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