"En Castrelos, en el lugar donde ha forjado a sus corredores, apareció un
día J.A.S. de la mano de A.P. y el hermano de
C. P., Bernardo. Lo habían visto correr por la calle, donde se
ejercitaba por su cuenta para participar en el Gran Premio de Navidad.
Le dijeron que sería mejor que se pusiera en manos de un entrenador. Y
allí estaban. “Venía fumando”, recuerda (...) “Para ser atleta no se
puede fumar”, le indicó sin contemplaciones. “Rápidamente tiró el
cigarro”. En aquel instante se inició entre ellos una amistad duradera,
sólida. “No ha tenido otro entrenador. Para mí ha sido como un hijo”."
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2 comentarios:
Me ha gustado mucho la página!
Está muy bien.
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