Esta semana no toca una crónica a pares, como os venía acostumbrando últimamente. Sólo competí un día, pero éste hizo por unos cuantos de los otros así que la crónica será larga. Aviso :-).
Y será larga, entre otras cosas, porque no quiero centrarme en las poco más de 5 horas que duró mi participación, sino que este Desafío Islas Cíes, para entenderlo tal y como lo viví, debéis conocer las raíces, al menos en parte.
Decía la semana previa a la prueba de que iba sin presión, que me lo tomaba como un regalo, como la guinda del pastel a un verano en el que había cumplido lo que me proponía.
Este año no fue demasiado bueno, o quizás si lo fue si lo miro en perspectiva, pero me tocó tomar decisiones difíciles allá por primavera, dar carpetazo a una situación que no me hacía feliz y empezar de cero. A pesar de que mucha gente lo critica voy romper una lanza a favor de Josef Ajram, hubo un concepto, el de 'stop loss', que se usa en la bolsa, que aprendí gracias a su libro. Desde entonces me ha ayudado mucho, para que veáis que al final se pueden aprender cosas en los lugares más insospechados.
Pero bueno, centrándonos en el tema. Mi temporada de atletismo, que por cierto fue bastante buena, acabó en el mes de Junio. Aproveché un par de semanas que me duraba la forma y a partir de ahí desconecté. La verdad es que, cuando en Julio, pensaba que en apenas un par de meses tendría una cita con un medio ironman no hubiera dado un duro por mí.
Sin embargo como uno ya tiene experiencia y sabe identificar las prioridades, en ese momento la prioridad era descansar de la carrera. Nadar si que me apetecía y durante todo el verano nadé mucho, en días igual no tanto, 2 o 3 días/semana pero acostumbrado a nadar uno, semanas con 10 o 12 km de natación encima me parecían algo nunca visto. Y lo mejor es que me volvía encontrar bien en el agua, volvía disfrutar de los entrenamientos y me lo pasaba genial en las travesías.
Llegó Agosto y la cosa se puso más seria. En 6 semanas algo tendría que hacer...
Y me puse manos a la obra. Si me seguísteis ya lo vísteis, competí muchísimo: tris, travesías, una carrera por la playa y hasta un cuadriatlón y un descenso en kayak. Y cuanto más lo hacía más me motivaba, y mejores sensaciones tenía. Cada fin de semana era una experiencia que, lejos de agotarme, me llenaba de energía, no sólo en el plano físico sino en el mental. Me volvía a sentir fresco, con ideas, con la sonrisa fácil y con muchas ganas de hacer cosas, como en los buenos tiempos. Vamos, como si estuviera enamorado pero sin chica je.
Al final esto del Desafío sirvió como zanahoria. Una vez leí a Galeano decir que la utopía vale para hacernos caminar. El valor real del Desafío no fue sólo el acabar la prueba, la alegría de cruzar la meta, la camiseta de finisher o la medalla; el verdadero valor fue el de servir de aliciente, el hacer que me pusiera en marcha.
Esto lo tenía claro antes de tomar la salida: el objetivo está cumplido, aquí tienes tu regalo, es lo que te gusta hacer, absorbe la experiencia a fondo y empápate de ella, disfruta de lo que te ofrezca.
Y con esta idea me levanté el Domingo a las 5 de la mañana, cogí el coche y me fui hasta Vigo, recogí mi dorsal y metí la bici en boxes. Todavía de noche, me enfundé en el neopreno. Encontré amigos y caras conocidas, bajé a la arena y esperé a que todo diera comienzo.
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El mar estaba en calma, el agua fresca, aunque no tanto como la semana pasada. Unos tímidos rayos de sol comenzaban a despuntar por encima del horizonte.
Éramos casi 500 participantes. El circuito es sencillo, ir hasta una boya situada a 900 m, virar a la izquierda en busca de otra situada a 100 m y volver a la orilla.
Estoy tranquilo pero no me gustan las esperas, prefiero ponerme en marcha.
Salida nula y a la segunda va la vencida. El principio de una mañana muy larga.
Le tenía miedo a tanta gente en el agua pero, al final, casi fue mejor de lo que esperaba. Durante la ida llevé algún golpe pero íbamos bien enfilados hacia la boya y no tuve demasiados problemas. Digo demasiados porque alguno si que tuve, con el tonto de turno. Resulta que íbamos un grupo nadando en paralelo bien enfilados hacia la boya cuando nos viene otro triatleta a cortarnos la trayectoria. Como yo era el que iba más la derecha, al primero que cortaba era a mí, y además me empujaba, me daba golpes, y me hacía chocar con el nadador que llevaba a mi izquierda. Vamos, un gilipollas, ni nadaba él ni dejaba nadar. Pues bien, voy a confesaros una cosa, despues de intentar que corrigiera con algún toque, tanto me hartó que es la primera vez que le doy a alguien un recadito en el agua queriendo y con intención. Soy bastante tranquilo pero que no me busquen las cosquillas, que las tengo. Por cierto, remedio eficaz.
Sin otro tipo de contratiempo alcanzamos la primera boya, la segunda y vuelta a la playa. Nadando muy cómodo y relajado, disfrutando ahora sí, del mar, del sonido del agua, del rojo del cielo y de la tranquilidad de la mañana.
Nado hasta que todo la arena con la mano. Me levanto sin prisas y salgo del agua andando, mientras voy quitando el neopreno. Buen parcial para mí 39'52" (273º) teniendo en cuenta que la alfombra del chip estaba arriba de la playa.
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Las transiciones tradicionalmente son tradicionalmente un punto flojo, y sin embargo, en esta ocasión, me salió una de las mejores transiciones que recuerdo. Debió ser porque no tenía prisa que el neopreno salió enseguida, tardé poco en ponerme calcetines y calzarme. 1'23", ver para creer. Ya podía hacer lo mismo en los sprints.
Seguimos. Ahora por delante tenía supuestamente 90 km de bici, aunque luego el circuito sería algo más corto.
Este año no había hecho nunca 90 km en bici, ni 80 y hasta creo que ni 70. En Julio hice unas cuantas salidas de 60 y pico pero nada más. Le tenía algo de miedo a esta parte, precisamente porque era un circuito muy llano y era fácil dejarse llevar y pasarse de revoluciones.
Yo calculaba que si no soplaba viento podía moverme en una media de unos 30 km/h, y más o menos por ahí anduve. Intenté regular en todo momento. En la primera fui muy cómodo aunque apreté algo más de lo previsto para entrar en calor, que a esas horas aún hacía algo de fresco, pero enseguida el sol subió en el horizonte y se agradecía ir con poca ropa.
El circuito, la verdad, no me pareció mal, 4 vueltas es algo aburrido pero bueno, en algún tramito se veía el mar y la zona más cercana a meta estaba bastante animada así que se llevó bien. Yo no tengo queja.
Además, aunque no lo utilicé, de esta forma había la posibilidad de avituallarse hasta 4 veces. En mi caso levaba todo encima, una barrita casera y un Mars, que al final resulta ser lo que mejor me va en la bici, sabe bien, entra muy bien, se encuentra en cualquier supermercado y por el precio de una barrita típica de cualquier marca tienes un pack de 4 barritas de Mars. Y que conste que no tengo ningún interés en la marca (acepto patrocinios jaja), pues incluso en la vida diaria no las consumo nunca (soy de chocolate negro), sólo en la bici.
Bueno, el caso es que tenía claro que tenía que hacer mi carrera y olvidarme del resto. Así lo hice y creo que bastante bien. Tuve una crisis en la tercera vuelta que se solucionó al tomarme un gel y luego noté el hecho de no estar acostumbrado a la postura. No le saqué todo el partido que podría haberle sacado al acople y acabé con dolor de cuello y hombros pero bueno, dentro de lo que cabe bastante bien. Al menos sé que mi parcial es mío y que respeté en todo momento las normas del no-draft. Ser honesto con los demás es conveniente y recomendable pero serlo con uno mismo es obligatorio. Allá cada cual, ya está todo dicho y se ha hablado del tema hasta la saciedad.. Quien chupó fue porque quiso. Punto.
Al final 2h52'01" (358º) para unos 86,5 Km, media de 29'8 Km/h por mi cuentakilómetros y todavía muy entero. Miniobjetivo cumplido. Suma y sigue.
Otra transición rápida en 1'28" y vamos al tercer acto de esta historia. 21 km por delante aunque al final resultaron ser menos. Las dificultades estaban en el calor, y en que ya llevábamos más de 3h30' compitiendo. Correr siempre es mi mejor segmento, salvo en Sanabria, pero esta vez no llegaba ni muy en forma ni muy sobrado de kilometraje. La clave estaba en gestionar bien el esfuerzo y el plan era correr todo el rato que pudiera. concediéndome los avitullamientos como refresco para beber con calma. Estas pruebas son largas.
El circuito no es que fuera una preciosidad, en una parte había atasco de coches y era incómodo correr a su lado, pero en la zona más próxima a meta el ambiente era espectacular, de lo mejor que he visto, muy emocionante. Los voluntarios también, superatentos y animándote cada vez que te los encontrabas. De esta forma las 4 vueltas se hicieron bastante llevaderas.
Si quiero agradecer a los que animaban desde los coches atrapados en el atasco, gracias por tomároslo así. No faltaron los típicos maleducados que se ponían a protestar por todo pero en general todo el mundo genial.
Los kilómetros fueron pasando y yo corría sin pensar en el final. En cada vuelta mi meta era el siguiente puesto de avituallamiento y así me lo tomaba. No pensaba en nada más.
Tuve un contratiempo en la segunda vuelta con un gel de la organización, el que llevaba yo, por no variar, lo perdí. Al poco de tomarlo me comenzó a doler la barriga, y me acordé de 2 buenos amigos que en una Vig-Bay tuvieron que hacer una 'parada técnica' en un descampado. Al final la situación no llegó a ese extremo y se me pasó.
Salvo en los avituallamientos que me ponía a caminar para beber con calma el resto del recorrido lo pude hacer entero corriendo. Sólo en la última vuelta tuve ganas de parar, no sé si fue por encontrarme a gente que caminaba, pero al final la meta estaba cerca y como pronto venía un terreno de bajada pude resistir a tentación.
De todas formas disfruté de unos últimos metros muy bonitos. No llevé cronómetro ni sabía cuanto tiempo llevaba de prueba pero me daba absolutamente igual. Le choqué la mano a los niños, le di un beso a Mónica y otro a Rita, aplaudía a los que me aplaudían y entré a meta feliz, dando un salto, tocando el marcador al más puro estilo Alhasan y con una gran sonrisa en la boca. Pues sí, conseguido, guinda del pastel.
Al final parcial de carrera de 1h40'41" (evidentemente no llegaba a 21 km, ni siquiera a los 20) (243º) que doy por bueno por haberlo disfrutado, gestionando bien mis fuerzas y sólo sufriendo lo justo al final.
5h17'31", puesto 303º. Mi 3ª prueba de media distancia tras Sanabria y el Aviaman.
Vuelvo decir que no son mis distancias, pero de vez en cuando una experiencia de estas merece mucho la pena, aprendes a conocerte y te puede aportar mucho en el plano personal si de verdad lo sabes aprovechar. Hay momentos que de verdad no tienen precio. A veces creo que cuando las competiciones son un poco largas sacan a la luz la verdad de las personas, a los ruines los muestra ruines, y a los grandes más grandes. El domngo hubo personas que me parecieron muy grandes y otras que me dieron pena. Y que conste que no juzgo a nadie, cada cual que aguante lo suyo. Repito, yo fui a lo mío y la experiencia mereció mucho la pena. La organización me pareció de lo más correcta, salvo la medición de las distancias el resto todo OK.
Por la tarde me quedé un rato en la playa, tumbado en la arena, a la sombra, que al sol no lo soporto, saboreando lo vivido. Se estaba estupendamente, con la tranquilidad propia de septiembre, pudiendo escuchar las olas y el mar, agradecido por estar en ese momento y en ese lugar.
Ahora se acaba mi temporada, ahora comienza mi verdadero Desafío. Mayor que el Islas Cíes, que es sacar adelante mi propia empresa. Nuevos retos por delante, también el del curso de monitor de atletismo ¡Allá vamos!
Clasificaciones (completas aquí)
Masculina
1º Jose Manuel Pardo Muralla Lugo 3:59:36
2º Manuel Figueira Natación Riveira 4:00:25
3º Manuel Jesús Gayoso Muralla Lugo 4:01:16
Femenina
1ª Aida Valiño Wildwof Lugo Fluvial 4:13:30
2ª Tatiana Domínguez Motobike Pontevedra 4:48:46
3ª Almudena Vázquez Mar deVigo 4:54:43